HISTORIAS MINIMAS
Cuartetos 5, 6 y 7 de ALEJANDRO CARDONA

Historia Mínimas (cuarteto No. 5)
Para cuarteto de cuerdas
2008

Historias Mínimas, mi quinto cuarteto, son como una serie de retratos musicales interconectados que, en conjunto, conforman una especie de mural. El primer movimiento, Lacrimosa, es una lenta introducción, inspirado en el primer movimiento del Cuarteto opus 131 de Beethoven. La sonoridad inicial se va desarrollando de varias maneras. Aparecen cantos de pájaro y una cita muy sutil de una famosa Mazurca de Nicaragua. En el segundo movimiento, Ñañigo Blues, encontramos el uso de elementos rítmicos derivados de la música Abacuá de Cuba. Esto es combinado con figuras de ostinato en el violoncello y gestos melódicos “bluseados” que se parecen a los "pull-offs" utilizados en la guitarra y el saxofón. Diálogos nocturnos, el tercer movimiento, es una suerte de “música nocturna” con un guiño de ojo para Bartók. Delgadina Blues, el cuarto movimiento, se construye directamente con una cita de una de las versiones mexicanas de La Delgadina, que se basa, a su vez, en un romance español que llegó durante la colonia y fue “aclimatado” en los diversos países de la región. Se trata de un rey que se quiere acostar con su hija. Ella se niega; el la encierra con la complicidad pasiva de la hermana y la madre; ella se muere... Es una historia antigua que, desafortunadamente, parece muy actual. Combino aquí la tonada con materiales bluseros o jazzeros en un contrapunto que va creciendo como una especie de dixieland-mariachi, con elementos distorsionados de polca norteña mexicana en el acompañamiento. El movimiento termina repentinamente para dar paso, a través de un material transicional que recuerda la música nocturna, al último movimiento. Este movimiento final es “folclor imaginario”, que no utiliza elementos directamente derivados de una fuente “popular”, pero que se basa en ciertas maneras de construir música que tienen las tradiciones afrocaribeñas y los zapateados. Reaparecen elementos de la clave que oímos en el segundo movimiento. Y hay un motivo de notas repetidas que fue inspirado en la pieza Machine Gun de Jimi Hendrix. El movimiento se llama Zapateado de los furiosos.

Otras historias mínimas (cuarteto No. 6)
Para cuarteto de cuerdas
2010

Mi sexto cuarteto de cuerdas, Otras historias mínimas, es, al igual que el cuarteto No. 5, un conjunto de movimientos cortos, de pequeñas “escenas musicales”. En esta obra dominan las texturas polifónicas, en particular las imitativas. Tiene seis movimientos:

Atmósferas (o el lamento de los aires podridos)
Música lenta y dramática. Se trata de un pequeño homenaje a Ligeti (el título del movimiento es, de hecho, un chiste que se refiere a la famosa obra de este compositor).

Tacañón 1 (tumbadito fugaz con montuno)
El movimiento tiene varias secciones canónicas. Sin embargo, la lógica del contrapunto se parece más a un ensamble de tambores del Caribe. El título viene de “está cañón” (sustituto mexicano para “está cabrón”).

Narco corrido (ronda sin fin)
Con la indicación “con una incesante obsesión antiépica”, este corrido es un canon en forma de ronda. Sigue y sigue, buscando desesperadamente un destino, y termina tan inciertamente como comenzó.

Recuerdo desterrado (canción de cuna)
Basado en una canción de cuna bribri (grupo indígena del sudeste de Costa Rica) también utilizada en otras obras mías (Guerrilleros, Zachic 3), este movimiento es un lamento de los desterrados, sobre todo de las mujeres desterradas.

Tacañón 2 (rondó: los temas de siempre)
Una especie de fuga en forma de rondó cuyo sujeto principal es una mentada de madre.

Las mujeres de Juarez (Requiem, quasi passacaglia)
Este movimiento no busca ser un tributo, busca denunciar las violaciones y muertes impunes de miles de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, y, por extensión, denunciar toda la violencia contra las mujeres en el mundo y las condiciones socioeconómicas y políticas que admiten estas barbaridades como un mero “daño colateral”.

Lotería (variaciones migrantes), Cuarteto No. 7, cobró vida a través de un proceso largo que tuvo varias fases:

1) a principios de los años 80 del siglo pasado escuché y me impactó una grabación de campo de un canto de cuna, Gazi si nana, cantado a cappella por una mujer zapoteca;

2) muchos años después, en el 2005, compuse una obra corta para piano sobre este mismo canto;

3) en el 2010 empecé a concebir un cuarteto de cuerdas que utilizaría la pieza para piano como punto de partida para desarrollar un planteamiento, un tanto particular, de tema con variaciones.

De este proceso nacieron una serie de metáforas interrelacionadas que fueron tomando una forma musical.

En la pieza para piano intenté, por un lado, relacionar la melodía (que funciona como un cantus firmus, no propiamente como un "tema") con el tránsito, en este caso entre estar despierto y dormido (se trata, a fin de cuentas, de un canto de cuna) y, por otro, con la memoria (la pieza como un recuerdo más o menos lejano, o una resonancia), algo común en muchas obras mías. En ese sentido, no se trataba de representar la melodía (o a la mujer que la canta) como objeto, sino evocarla, como algo filtrado por la memoria, en donde se vuelve sujeto, en tanto cobra, para mí, un sentido particular (lo que incluye mi forma personal de recrearla).

El cuarteto, por otro lado, nace a partir del fuerte impacto que me produjo la realidad fronteriza actual entre México y EE.UU.: la violencia, las migraciones y, en particular, el genocidio de mujeres en Ciudad Juárez, lugar que se nos presenta como una metáfora escalofriante de todas las perversiones de la sociedad contemporánea. (Ya había abordado esto en el último movimiento del sexto cuarteto.)

Se busca representar musicalmente un viaje de una inmigrante hacia Ciudad Juárez, pero recordado desde la muerte, como una cadena de recuerdos fragmentarios, estilo flash backs cinematográficos. Por eso pensé en la posibilidad de tema y variaciones como marco formal/procesual.

El tema es La niña, representada por el canto de cuna (cantus firmus), pasado por mi pieza para piano. La morfología de este canto, absolutamente simple y fácil de recordar, le da un carácter óptimo para ser cantus firmus. Las variaciones son como una serie de recontextualizaciones del tema (en vez del típico proceso de ornamentación): diferentes ambientes o situaciones por donde pasa el tema. La estructura periódica de cada variación tampoco responde a la estructura del tema.

En el proceso de estar pensando la obra, llegué a otra metáfora para estructurar la narrativa musical: la lotería mexicana. Ésta, que se “grita” como un bingo, se basa en una serie de cartones y tarjetas con imágenes, objetos o personajes emblemáticos: el catrín, el diablito, el gallo, el nopal, el valiente, etc. Así, el tema y sus variaciones son como una serie de momentos “gritados” interiormente: el recuerdo de la vida como una lotería imaginaria, como un tránsito de azares. El orden general es la siguiente:

Primer parte (recuerdos lejanos)
• La niña (Tema)
• Los danzantes (Variación1)
• Los pájaros (V2)
• El ensueño (V3)
• La huida (V4)

Seguna parte (recuerdos cercanos)
• La fichera (V5)
• La maquila (V6)
• La tristeza (V7)
• El ultraje (V8)
• El desierto (V9)
• La muerte (recuerdo póstumo) (V10)

Como quería mantener las metáforas de la memoria y del tránsito, pensé que la obra no podía ser formalmente una sucesión de movimientos, sino que debería mantener niveles de continuidad. Así, hay un desdibujamiento de las fronteras entre un “recuerdo” y otro (entre el tema y sus variaciones). Únicamente se produce una articulación fuerte a la mitad de la obra, que representa un rompimiento entre “el origen” y la migración que lleva al “exilio”. La cadena de recuerdos representa asimismo un proceso violento de deshumanización. Al final la música ya no puede conmover, únicamente ser testigo entumecido de una existencia borrada brutalmente.

Notas: Alejandro Cardona